Sensación de peligro o fatalidad inminente. Miedo a perder el control o a la muerte. Taquicardia y palpitaciones. Sudor. Temblores o sacudidas. Falta de aliento u opresión en la garganta. Escalofríos. Sofocos. Así se define entrar en pánico, y cualquier sevillista que se precie ya sabe cómo se define lo que le pasó a su equipo, y a sí mismo, en la segunda mitad del descuento de la semifinal de la Copa del Rey en el Camp Nou.