Eran otros tiempos en todos los sentidos. Juan Pablo II visitaba España por primera vez. Todavía no se habían apagado los ecos de nuestro Mundial. El de Naranjito. Felipe González vivía sus primeros días como presidente del gobierno tras barrer en unas elecciones que España nunca olvidará… y el sevillismo militante se tenía que conformar con ver las gestas de otros desde la distancia mientras los suyos mucho hacían con derrotar al vecino y, de Pascuas a Ramos, al grande de turno. En 1982 era el listón de un conjunto que de la mano de Manolo Cardo había recuperado la ilusión tras unos años marcados por los malos resultados.