Sufrió aquella noche de Carranza un percance que nunca debió ocurrir. Y no debió pasar porque Enrique no tenía que haber jugado ese partido. Primero porque estaba virtualmente traspasado al Barça y después porque jugó gracias a un error arbitral en la confección de un acta. Quince días antes, en Marbella, Antonio Álvarez fue expulsado por un insulto al colegiado que no fue suyo sino de Montero. Antonio fue castigado sin jugar en Carranza y Montero sí lo hizo.