Hay una estadística que ayuda a entenderlo: el Sevilla es el equipo de LaLiga que menos pases del adversario intercepta (8,8 por partido), la mitad que el Eibar (16,4) y casi dos menos que el segundo menos ducho, el Betis (10,2), otra escuadra que sufre muchísimo cuando tiene que regresar hacia su portería. La lectura de estos números es evidente: la presión del Sevilla no es correcta, el equipo se ordena mal cuando tiene el balón y existe una distancia excesiva entre líneas, lo que dificulta el robo y facilita, por ende, los contragolpes del rival.
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