El 0-3 obligó a Berizzo a realizar un cambio ofensivo. Dejó en la caseta a N’Zonzi, que es un calco de Pizarro -mucha más calidad el francés- en las funciones a desempeñar y metió al Mudo. Las labores de intendencia como segundo pivote le tocaban a Éver Banega. Y el argentino resolvió el enigma con 45 minutos mágicos de fútbol. Controló el juego desde la posición que más le gusta, asumiendo a su vez responsabilidades defensivas. Se batió el cobre en el cuerpo a cuerpo, robó, defendió y hasta sacó el 2-4 jugándose el tipo.
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