Estaba esperando al 12 en la avenida de Pino Montano, hace dos domingos, y llegó un chaval con la cara llena de barrillos. Coño, ¿desde cuándo no veía yo un nota de 16 o 17 años con la cara como el culo de un pavo? Que quede claro que admiro el cutis finísimo de los niños de ahora. Si son más altos, más guapos y con mejor manejo del secador que nosotros a su edad, ole sus huevos. Pero me llamó la atención por la de años que no veía algo que hasta hace poco era muy normal. Como los niños con las rodillas o los codos llenos de postillas o, directamente, enyesados.