No son sólo los tres puntos los que hay en juego. Está en juego que un presupuesto por encima de los 200 millones de euros pueda mantenerse; que la plantilla pueda seguir teniendo a futbolistas como N’Zonzi, Banega, Jesús Navas, Nolito, etcétera -o, si no esos, de similar caché internacional-; que la entidad pueda permitirse no vender a sus principales activos ante cualquier oferta; que dejen de entrar en la caja una media de 20 millones de euros por participación en la Champions, que los ingresos por derechos de televisión se reduzcan sensiblemente o que, aunque con menor impacto en la economía general, disminuya lo ingresado por venta de abonos y artículos de merchandising.