Todo el mundo del fútbol conoce a Joaquín Caparrós. Es puro nervio. Vive el fútbol como vive la vida, con pasión, sin dobleces. En Sevilla es de sobra conocido, por las dos aficiones que dividen la capital de Andalucía. Amado por unos, odiado por otros. El técnico de Utrera dejó el Sevilla en el verano de 2005 tras cinco temporadas en las que consolidó al equipo en posiciones europeas después de hacerse cargo de él en Segunda división. Sus equipos se caracterizan por no bajar nunca los brazos, por competir hasta el final y por ser agresivos a la hora de hacerse con el balón. Sus ruedas de prensa son igual de pasionales que sus caminatas por la banda durante un partido. Ayer, como si lo tuviera estudiado (seguro que sí), lanzó su primera andanada motivacional.