Abril acabó con justificada fiesta en verdiblanco, que jugar la Liga Europa debe ser motivo de orgullo y felicidad para el bético, mientras en la otra acera la caída en vertical daba con Vincenzo Montella en la calle, previo suculento pago, y Pepe Castro atravesaba sus días más espinosos en el sillón de Ramón Sánchez-Pizjuán. Apenas diez días después, los vasos comunicantes han nivelado las sensaciones. En verde se ha atemperado esa efervescencia mientras que en rojo, Caparrós ha elevado la temperatura hasta burbujear. El caso es que, siendo favorito el Betis por varios factores, se anuncia un derbi más incierto de lo previsto. Con más salsa. Y un buen puñado de picante. La clave está en la dicotomía piernas- mente. El Betis disfruta de una ventaja primordial sobre todas las demás: ha disputado una vuelta menos que el Sevilla esta temporada. El equipo de Setién acumula 36 partidos de Liga más sus dos de Copa ante el Cádiz. Total, 38. El Sevilla, por su parte, ha jugado los 36 de Liga, más 12 de Liga de Campeones y los 9 de Copa del Rey. Total, 57. Diecinueve encuentros más. Una diferencia sustancial.