Ahora, un año después, la situación parece que ha cambiado bastante y que el Sevilla no será tan exigente. Nzonzi se quiere ir y así se lo ha dicho a los dirigentes del Sevilla cuando le cuestionaron por sus sensaciones cuando Montella cogió al equipo. Primero, y curiosamente, fue Berizzo el que lo castigó cuando el día del partido ante el Liverpool el francés se quejó ante sus compañeros y al día siguiente no fue a entrenar; después, sería Montella el que castigaría al mediocentro cuando el futbolista salió por la noche a una discoteca nadrileña tras perder por 0-5 la final de la Copa del Rey.