Machín ya dejó claro nada más llegar que sus ideas no eran innegociables. Que lo único intocable en sus principios son el esfuerzo y el rendimiento. Contra el Standard de Lieja vio que Ben Yedder (que no era santo de su devoción) estaba a un buen nivel. Así que al siguiente partido, ante el Levante, le buscó un sitio en la alineación inicial. Ello le obligó a modificar el sistema. A jugar con Banega como único pivote, escoltado por dos interiores como Sarabia y Mudo Vázquez. Y a ubicar a dos delanteros arriba. El resultado… tres triunfos seguidos en LaLiga, aniquilando al Levante, Real Madrid y Eibar, con doce goles a favor y solo tres en contra.