Suele estar acostumbrado en la última década el Sevilla a visitar el Camp Nou en LaLiga para enfrentarse a un Barcelona que lidera la clasificación. Ir al feudo azulgrana siempre es sinónimo de pasarlo mal, pero en este arranque de temporada, al menos antes del pitido inicial, las tornas se han cambiado. El Sevilla acude al feudo culé por delante del Barça (perdió el liderato que ostentaba desde hace dos domingos tras la victoria del Alavés en Vigo), vestirá de blanco, ese color que tan poco gusta por allí, y acudirá al terreno de juego con la confianza de los últimos resultados cosechados y con la mentalidad de recuperar su posición de privilegio ante un rival tan potente como con algunas dudas en su rendimiento.