Un 21 de noviembre pero de hace 30 años, en 1988, llegó a Sevilla el por entonces mejor portero del mundo. Más de 2.000 aficionados, algunas crónicas alcanzan los 3.000, se congregaron en el aeropuerto de San Pablo para recibir a Rinat Dassaev. «Parecía una procesión de Semana Santa, alabando a Dassaev a su paso», contaba MARCA ese día. «¡Torero! ¡Torero!», le gritaban al que pronto fue bautizado como ‘Rafaé’. Del aeropuerto al hotel, diez kilómetros de coches con colores rojos y blancos acompañaron a la recién llegada comitiva rusa, como si de la celebración de un reciente título se tratase.»Siviglia, qué maravilla», intenta dejarse oir el ruso entre el gentío.