Con un portero que salve puntos y un delantero que las meta, un equipo de fútbol puede viajar tranquilo a cualquier lugar del mundo. Y del inframundo. Se puede plantar con gesto gallardo en los mismísimos avernos de Dante. Si al sevillismo esta Liga le sabe cada vez más a divina comedia y la disfruta, es en buena parte porque el temido Can Cerbero juega para ellos. No tiene tres cabezas, según dicta la mitología clásica. Pero sí que abre unas manos descomunales, con las que bloca el más dulce sueño de los sevillistas. Si ayer durmieron líderes, fue gracias a su héroe de nuevo cuño.