En una especie de cruce de caminos, el Valencia confió en el modelo de Marcelino cuando los resultados no eran satisfactorios mientras el Sevilla de Pablo Machín recolectaba halagos. Luego se volvió la tortilla. El rival hoy de los sevillistas, tras persistir en la idea, es actualmente un equipo en alza y que funciona como un reloj bajo el modelo con el que se edificó un proyecto, mientras el Sevilla es una nave en reconstrucción bajo un patrón nuevo cuyo camino aún es incierto. El equipo valencianista superó un momento crítico de dudas, un momento plagado de empates que también hizo que aparecieran los nervios entre afición, dirección deportiva y consejo de administración. La paciencia y la fe en el proyecto iniciado fue la clave para que la idea prevaleciese, lo que, unido a uno de los presupuestos más altos de la categoría, ha posibilitado que el equipo de Marcelino, ya clasificado además para la final de la Copa del Rey, haya superado de momento al Sevilla en sus objetivos: sigue adelante en la Europa League y está a tres puntos de él en la Liga.