Lo que ha hecho hablar (que no estallar) a Joaquín Caparrós es que la dolencia de André Silva, con el tratamiento adecuado, el que permite la revolución de la medicina, se hubiese superado hace semanas, pero el portugúes, por lo que sea, prefirió el reposo, el hielo y el tratamiento más conservador, sin duda una buena decisión para su físico a largo plazo, pero no una respuesta de atleta de alto rendimiento.
