Bajo la base del 4-3-3 heredado de Del Bosque, el entrenador guipuzcoano ha consolidado una estructura que puede ser tan férrea como versátil y en la que la clave puede estar en los dos falsos extremos, que acaban siendo mediapuntas capaces de bascular de banda a banda y de ayudar a crear superioridades junto al delantero, al lateral de cada ala, el interior y el medio centro. Una defensa de tres para acorralar a rivales encerrados rodeándolos desde unos laterales largos, situaciones asimétricas para explotar profundamente y con espacios un carril mientras genera superiorad numérica en el contrario, saber atraer al enemigo tocando atrás para desnudarlo a las espalda de la defensa, tener paciencia para tocar en tres cuartos y hacer aparecer al hombre libre que ataque al intervalo… nunca se sabe cómo te podía ganar España, pero te ganaba.