El poder desquiciante del VAR

El VAR no es más que un instrumento y el problema está en el uso y el abuso del mismo. Y también en las nuevas leyes del fútbol y de las manos. El Sevilla-Osasuna pasará a la historia como el partido en el que Nervión fue un manicomio. De los pitos a los ánimos, de la comunión a la bronca, de la bronca al «échale huevos». Un balón profundo a Ocampos dio en el hombro de Sergio Herrero, en su desesperada salida del área para evitar el 3-0. Y ahí empezó la demencia generalizada. Durante cinco largos minutos estuvo parado el juego, del 51 al 56. El VAR ratificó que la articulación del meta de Osasuna había intervenido sutilmente en la jugada. En ese ínterin se vio al Lopetegui más nervioso. ¿De verdad el entrenador del cuarto clasificado de la Liga, con 2-0 ante un inocuo Osasuna, tiene que saltar de esa manera señalándose el brazo para expulsar al portero rival? Aquellos nervios trajeron esta nerviosera.

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