Los últimos años cerrando balances con beneficios sirven para no vivir en el alambre, aunque la situación accionarial, de abrazos figurados entre enemigos acérrimos, podía soportarse con una medio sonrisa por los actores principales mientras los beneficios fuesen constantes. Este hachazo pondrá a prueba la endeble estructura del Gran Pacto, similar a un castillo gigante de naipes. Porque no hace ni seis meses, con una carta del presidente sevillista, José Castro Carmona, se anunciaba que los grandes accionistas se comprometían a dar estabilidad al Sevilla durante cinco años. En menos de medio año la situación ha cambiado. Ahora es cuando habrá que ver de qué pasta está construido el Gran Pacto por la estabilidad del Sevilla. Porque en tiempos de crisis es cuando los buitres del mercado acechan a las mejores presas.
