El adiós de Éver Banega en Nervión se sigue enfangando

El final de la segunda etapa de Éver Banega en el Sevilla apunta a parecerse muy poco al de la primera. Si en 2016 el argentino era aclamado por una grada que celebraba la tercera Europa League consecutiva y que le pedía que se quedara, los asuntos extradeportivos y la forma de gestionar el anuncio de su no continuidad no han gustado lo más mínimo ni en el club ni en su entorno. Sin embargo, Banega tiene once partidos para dar la vuelta a todo y que la impronta que deje en Nervión se parezca mucho más a la de antaño que a la actual. La torpeza de su barbacoa vuelve a ponerlo en el disparadero. Los partidos a puerta cerrada le ahorrarán murmullos y pitos, pero también aplausos de protección en caso de que se los ganara.

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