Otra vez, el Sevilla FC es de Champions. Si fuera un hecho aislado, tendía su mérito. Cuando se repite en el tiempo, es tendencia. Y cuando se consigue la decimosexta presencia en Europa en los últimos diecisiete años, se puede decir que se está rozando la excelencia. No es que el Sevilla FC sea un club modélico en lo económico y ejemplar en lo deportivo, que lo es. No es que el Sevilla FC respete sus tradiciones, mitos, ritos y símbolos, que lo hace. No es que el Sevilla FC haya formado un tejido humano donde cada empleado, desde el primero hasta el último, está enamorado de la camiseta que defiende, es que salta a la vista. No es que el Sevilla FC necesite colaboracionistas, porque convive con la crítica y madura con la exigencia. Amor palangana.