Se produjo la sucesión por motivos conocidos por todos. Y el éxito regresó. Con una reconstrucción de la plantilla donde había participado Del Nido Benavente, todo sea dicho. Pero el club no se derrumbó. Qué va. Siguió creciendo espoleado por títulos europeos. Y todo lo vio el expresidente desde la dura y fría distancia. Volvió a la vida pública como un toro. Fuerte pero sin medir cada paso. No le quedaban apoyos. Y justo cuando parece haber encontrado uno, ha vuelto a saltar al albero. Llevándose por delante hasta su propio hijo. No se me ocurre ni cómo calificar este movimiento. José María del Nido Carrasco, con los años que lleva en el club, su especial relación con Monchi y su forma de ser, huyendo de enemigos, encarna la figura de consenso para una futura presidencia, cuando Castro diese el normal paso al lado. Ni eso ha respetado Del Nido Benavante. Capaz de llevarse a su primogénito por delante con tal de sentarse en el sillón presidencial.