«Es difícil hacer frente a la situación, pero hemos jugado también para Puerta, con el mejor espíritu posible», dijo aquel 31 de agosto de 2007 Pirlo, el regista de aquel Milan de enjundia. Onore a Puerta, rezaba en italiano una pancarta en el estadio. Trece años después, el Sevilla vuelve a tener otra ocasión para saldar una de las escasas deudas que tiene con su épica historia de plata. En Colonia les dedicó el título a Puerta y a Reyes. En Budapest quiere hacer lo mismo para cerrar de una vez una herida que permanece abierta desde aquella estival noche monegasca. Al contrario que mayo, agosto no ha sido un mes prolífico en plata para el Sevilla. Cinco finales ha disputado de la Supercopa de Europa y sólo pudo alzarse con aquella primera de Mónaco, en 2006 ante el Barcelona, una final a la que le puso la firma indirecta Puerta. Desde entonces, el Sevilla jugó cuatro Supercopas más, pero por una cosa u otra no pudo conquistarla.