Marcos Acuña no ha llegado como estrella o jugador mediático. Sin embargo, hacia mucho tiempo que en el Sánchez-Pizjuán no se desgastaba más la banda izquierda que la de Navas. Su punta de velocidad no arrasa a los rivales, pero mantiene siempre un ritmo alto de piernas y concentración. Nunca pierde a su par y se suma al ataque con inteligencia. Ante el Rennes tenía delante a un chaval y lo aniquiló cuerpeando. Le enseñaba la pelota, la escondía, giraba sobre sí mismo y salía en ventaja. Todo en dos segundos. Una y otra vez. Los ataques por la izquierda aumentaron hasta el 41%, por el 35% de la derecha, donde se situaba Jesús Navas y Ocampos. Lo cierto es que el máximo goleador del año pasado en el Sevilla condiciona el juego según su posición. Pide la pelota con insistencia y termina frenando a su lateral.