Cuando regresó Ivan Rakitic a Nervión, lo primero que hizo fue dejar una frase que podría sonar a la soberbia propia de quien viene de codearse con esa élite que para el Barcelona es el pan de cada día: «Con todos mis respetos, queremos mucho la Europa League, pero yo he venido para ayudar a dar un salto al Sevilla en la Liga y en la Champions». Cosas del destino, el ex internacional croata, que se despidió de su selección nada más firmar por el Sevilla de nuevo, tuvo que ser el que abriera el marcador en Krasnodar para empezar a agarrarse a ese balcón de privilegio desde el que se otea el mundo del fútbol desde arriba. El Sevilla sólo es fiel a sí mismo. Por eso sufrió y obró la doble redendión de Krasnodar, un lugar de oscuros presagios donde volvió a subir al balcón de la élite.