Lopetegui exprime sus recursos como pocos, conociendo exactamente las virtudes de su adversario, por modesto que sea, y que, además de puntualizar o ensalzar sus cualidades, busca contrarrestarlas para llevarse la victoria. Y suele conseguirlo, por cierto, aunque no se valore demasiado. Para algunos, casi nada. Si algún aficionado sevillista terminó anoche enfadado tras la parada del penalti de Bono es que yo me he perdido en algún punto de este deporte (pasión). Hoy mira la clasificación y se le pasa. Aunque, igualmente, el debate sobre cómo debe o puede jugar el Sevilla no deja de ser interesante, por mucho que mi pensamiento me conduzca a decir que Lopetegui sabe mejor que nadie cómo sacarle valor y partido a la plantilla que tiene. Es decir, que si juega de un modo u otro es porque elige el camino más cercano hacia la victoria.