Lo que podía haber acabado en una derrota más en una mediocre temporada de la que se podía haber culpado, y con razón, al arbitraje de Álvarez Izquierdo, acabó volviéndose en contra de la directiva del Sevilla por una maniobra que, de estar orquestada, no pudo ser efectuada de manera más torpe y con peores resultados.