Rakitic copó los titulares de un partido que iba a llenar las rotativas y los análisis con otro nombre propio: Unai Emery. Al técnico vasco lo salvó el capitán del Sevilla en el último suspiro en quizá la única en la que pisó el área contraria. Rakitic cumplió con su papel, a pesar de que parecía jugar de líbero y pisaba más el área propia que la contraria y decantó un bonito duelo de delanteros entre Gameiro y Rodri hasta que el francés se lastimó al filo de la primera parte. Rodri, en su segundo regreso a Nervión, también cumplió con su parte. Marcó su gol y estuvo a punto de hacer otro que hubiera convertido el Sánchez-Pizjuán en un avispero. Se puede decir que el único que no cumplió con las expectativas fue el entrenador, quien, entre su obcecación por un sistema que a nadie complace y los cambios forzados por lesiones de distinta consideración, puso en evidencia que no tiene un plan B.