Cuando José Antonio Teixeira Vitienes señaló el pitido final del encuentro del miércoles entre Real Madrid y Sevilla, el aficionado del conjunto visitante vivía una especie de división entre su lado más optimista y el más pesimista. El primero apuntaba a valorar la valentía de un equipo que nunca perdió la cara al encuentro, incluso con un 3-0 en poco más de 20 minutos, y que tuvo ocasiones para aumentar los tres tantos que finalmente acabó encajando. El pesimista se queda con lo más doloroso. El equipo recibió siete goles y mostró síntomas de debilidad en la defensa.