El Sevilla de los títulos arrasó y arrolló a todo el que se ponía por delante. Cual Atila, fue el uno en el Reino de los Hunos europeo y nunca jamás, ni en los más inimaginables sueños, ningún sevilllón pudimos pensar que nos llevaríamos 6 títulos en 5 años. Y todo esto trajo en los años siguientes (recalco, siguientes) cosas buenas y malas. Digamos que la digestión y la transición tuvo, en opinión del que suscribe, diversos errores de diferente consideración, cosa absolutamente humana por otro lado. Uno de ellos fue determinado tratamiento para con la afición, como alguna vez se ha manifestado. En cierta forma, sólo a los efectos de ilustrar, me van a permitir una exagerada metáfora mitológica; el Consejo estableció una política de Perseo con la cabeza de medusa. Como ya tengo mi trofeo y soy el puto amo, hago lo que quiera contigo. Y a partir de ahí, la primera de las piedras fueron unos incrementos de un 30-50 % en los abonos, y la última la demencial medida de la supresión del abono infantil.