Dos salidas, dos puntos. El Sevilla ha sacado con buena nota los dos últimos partidos, el que cerraba la primera vuelta y el que abría la segunda, con el factor desvaforable de que eran a domicilio. La relatividad del fútbol se nota en la comparación de este dato. El punto en Elche fue agridulce, feo, decepcionante. El punto en el Vicente Calderón sabe a gloria y llena de optimismo y de ilusión. Al menos para la autoestima, el empate en el inexpugnable feudo del Atlético es oro. Para la clasificación no puede serlo, por escaso y porque deja al equipo séptimo. Pero el Sevilla sigue asomado a la tapia europea con similar brío que antes de la jornada y mira al futuro fortalecido. Ocho partidos sin perder avalan su esperanza de Champions.