El principal problema del Sevilla de Unai Emery en el arranque liguero radicaba en su ausencia de consistencia y facilidad para partirse en dos por su falta de equilibrio defensa-ataque. Una carencia minimizada con el viraje de Emery hacia el doble pivote de corte defensivo y la concesión de un rol protagonista a Vicente Iborra, hasta entonces en un segundo plano por la presencia de Rakitic y M´Bia en el eje.