Metidos ya en agosto, el sevillista pide algo más. No acaba de verlo pero a lo mejor tampoco se lo enseñan. Míchel sigue mezclando a titulares con suplentes, sigue haciendo cuatro o cinco cambios a la vez, sigue alineando a jugadores que no tienen pinta de que vayan a valer para el Sevilla y sigue haciendo jugar a su equipo al mismo ritmo con el que bastaba para golear a la Roteña. Cuando los horarios de las tres primeras jornadas están ya fijados, el sevillista aún no sabe qué Sevilla se va encontrar. Y eso es grave. A dos semanas de que empiece la competición es grave.