Su sentido de la responsabilidad es tan amplio que sorprende que sólo tenga 17 años. Debe ser que esa condición le viene de fábrica, igual que el estilo elegante y práctico que tiene para tocar el balón. Desde las 21.30 horas del pasado domingo, el momento en el que salió del vestuario del Sevilla en el Sánchez-Pizjuán, su teléfono no para de sonar. Es Carlos Fernández Luna, la nueva joya de la cantera del equipo nervionense. Debutó en la Liga ante la Real Sociedad y se llevó los focos mediáticos de una gran noche para el Sevilla. Pero ayer Carlos volvió a ser Carlitos y se recluyó en su localidad natal, Castilleja de Guzmán. Está estudiando y no quiere que el fútbol le descentre.