Pocas veces un equipo tiene la suerte de que un árbitro le conceda dos penaltis en un partido. Pero más inusual resulta que no logre transformar ninguno de los dos lanzamientos. Ayer, Negredo y Rakitic protagonizaron la anécdota negativa para los intereses sevillistas al marrar las dos penas máximas de las que dispuso el Sevilla. Y lo peor es que ninguno de los tiros fue entre los tres palos.