El portero Beto apenas podía respirar. Llevaba desde que terminó el partido ante el Madrid, en el que cayó lesionado de su hombro izquierdo tras propinarle Benzema un duro golpe, acongojado por lo ocurrido. Se le iba la temporada y le llegaba el miedo de ver cómo quedaría tras la operación a la que debía ser sometido. Apenas podía conciliar el sueño.