La noche para los sevillistas fue mágica en El Madrigal, pero tras el mismo los aficionados recibieron una desagradable sorpresa. Algunas lunas de varios autobuses en los que los aficionados nervionenses tenían que volver a Sevilla tras el encuentro fueron destrozadas. No fue solo el destrozo la mala noticia, ya que la policía impedía a los autobuses que habían sufrido destrozos ponerse en camino.