«Nos hubiese gustado jugar una segunda opción en nuestro estadio con nuestra gente para poder de verdad medir mejor las fuerzas». Con esta frase, Unai Emery reflejó el escozor que sintió por una derrota inocua, dado que el partido que disputó en la temprana madrugada del viernes no era oficial. Pero al entrenador sevillista le gusta competir siempre y no le agrada perder nunca. El técnico guipuzcoano se quejó del césped, de que la permisividad del árbitro impidiera que su equipo tuviera continuidad en el juego y dejó entrever que el rival, un enardecido River, se contagiase del enfervorizado ambiente.