Cuando acabó la primera vuelta el Sevilla estaba un puesto por encima del que ha terminado en la Liga, cuarto, pero el sevillismo no estaba igual de entregado. Todo se discutía. La labor de un Unai Emery, que ha terminado escuchando cómo le ruegan que no se marche ante el presunto interés de grandes clubes europeos, la elaboración de una plantilla que es verdad que pudo mejorarse en algunos puestos, pero que el entrenador optimizó hasta límites insospechados, el modelo de juego que a algunos no llenaba y que ha acabado por ser ejemplo por su versatilidad y capacidad de adaptación…