Y es que el Dnipro, club con el que el jugador termina contrato, quiere alguna compensación económica para bendecir la marcha de su futbolista, que no quiere marcharse mal de la entidad en la que ha sido y es la estrella. Konoplyanka y su padre, que hace las veces de representante, estudia posibles fórmulas con las que contentar al Dnipro en una situación que se escapa bastante de lo que es normal en una negociación.