Cuando los Celtics de Larry Bird jugaron en Madrid el 24 de octubre de 1988 en el Open McDonald’s seguramente sería un verdadero incordio para la estrella blanca de Boston y también para los propios aficionados estadounidenses que pensarían quiénes son esos de blanco. Más o menos lo mismo estiman, desde una superioridad injustificada, los seguidores del Sevilla y del Barcelona. ¿Qué pinta una Supercopa de Europa entre dos equipos españoles en Tiflis, Georgia, a 5.500 kilómetros?