Como una estrella de la música que personaliza el escenario de cada concierto, como un gran teatro en el que el decorado es mimado al detalle, el Sevilla interpreta un nuevo concepto de espectáculo con la reforma acometida en su estadio, un Ramón Sánchez-Pizjuán que se había ganado a pulso ponerse guapo, por ejemplo, permaneciendo más de un año invicto en competición oficial, pero, sobre todo, siendo testigo de infinidad de gestas gloriosas que enorgullecen a sus aficionados, en realidad actores principales en este gran teatro.