Llorente, ilusión recíproca

No sería extraño que Fernando Llorente terminara con agujetas de tanto sonreír. Desde que aterrizó en la madrugada del jueves en Sevilla, el riojano ha vivido en una nube de felicidad y ha sido permeable a ese cariño y ese fervor que ha despertado a cada paso. Los 10.000 aficionados que lo ovacionaron ayer desde el lleno y cantarín graderío de Preferencia son el mejor ejemplo de la pasión que ha despertado su llegada al Sevilla. Y se trata de una ilusión recíproca, según dijo en el protocolario acto de presentación.

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