Había que gestar el juego desde más atrás. Recuperar la pelota en campo propio y sorprender a un rival que, cuando se replegaba y plantaba su defensa de cinco, era infranqueable. Y la estrategia le salió perfecta al Sevilla en la segunda parte, cuando Banega dijo aquí estoy yo, recibiendo muy alejado de Buffon pero dando un recital de cómo asegurar el inicio limpio de los ataques para lanzar a Vitolo, Konoplyanka, los laterales y hasta N’Zonzi para hacer daño a un enemigo que entonces sí tenía tres zagueros, no cinco, y los centrales Barzagli y Chiellini bien abiertos a las bandas. Para que ese plan resultara, resultó fundamental, antes, durante y después, la respuesta de Sergio Rico.