Si Bartomeu ha renunciado a proponer su propio estadio, el club de Nervión estaría en su derecho y hasta en su deber para con los sevillistas. Pero parece existir un pacto no escrito de «yo no pido mi campo, ni tu La Cartuja». El Sevilla aún recuerda cómo acabó la votación en junta directiva de la RFEF sobre la sede de la última final. Mejor no provocar al gigante.