El calendario empieza a ponerse serio para el Sevilla. La ida de los octavos de final de la Liga Europa, a domicilio, y la visita del rival al que ansía desbancar de la cuarta plaza, en Nervión, obligan al equipo de Unai Emery a olvidar el amargo trago de Getafe, un partido que dejó tocado al vestuario, aunque este equipo se levanta de tales batacazos. Mañana viaja el Sevilla a Basilea con el feo bagaje de no haber ganado ni un partido en Liga fuera y con el añadido de que sus cuatro visitas europeas se saldaron con derrotas. Y el domingo se definirá de una vez si el equipo nervionense va a luchar por la Champions o se quedará con el premio de consolación.
