En fútbol hay partidos en los que hay que sobreestimular y otros en los que las tareas desde el punto de vista psicológico deben ir encaminadas quizá a lo contrario. Según el resultado, según el sistema de competición, según el rival, según dónde se dispute el encuentro… hay que encaminar el estado de ánimo de los futbolistas a controlar la ansiedad o, en caso contrario, la relajación.