Tal día como hoy, hace diez años, el sevillismo tenía mariposas revoloteando en la barriga, más que nunca. Antes de que Javi Navarro alzase la primera Copa de la UEFA, Eindhoven era una fiesta y, tanto los 9.000 que se desplazaron para vivir in situ aquel evento primigenio como los que se echaron a las calles después de aquel primer título europeo, no cabían en la ropa de los nervios. Un decenio después, ese mismo sevillismo vive una efeméride de órdago, dispuesto a la proeza de afrontar con toda la ilusión del mundo y un entusiasmo intacto las dos finales de la semana que viene. En cuatro días, Liverpool y Barcelona como mejor recuerdo de aquel pistoletazo de salida al aluvión de plata en Nervión.
