Muchas son las ocasiones que Sevilla y Betis se han visto las caras en la máxima categoría del fútbol español desde que disputaran su primer derbi hispalense en Primera división el 3 de febrero de 1935; una rivalidad deportiva que refleja a la perfección la dualidad existente en la ciudad y que el propio Gudalquivir pone de manifiesto, creando a su paso dos orillas en la otrora Híspalis. Un enfrentamiento cainita que con los años ha ido labrando su propia historia, encumbrando a los héroes del derbi en un bando y convirtiendo a los mismos en auténticos villanos a ojos del rival amigo.