Roque Mesa (nacido en Telde y con 27 años recién cumplidos) no es un jugador hecho en la prolífica cantera de la Unión Deportiva, pues con 14 años un intermediario se lo llevó al Levante. En tierras valencianas estuvo tres temporadas, jugó en Segunda B y a la cuarta pasó al filial del Tenerife, que a los pocos meses le dio la carta de libertad. Antes de cumplir los veinte, Roque se encontraba de brazos cruzados y sin equipo: “Fue duro”, dice, “ver que la pretemporada empieza y todo el mundo comienza a entrenar y tú estás sin equipo. Yo pensé que el fútbol se había acabado para mí.